Montesquieu, Tocqueville u la corrupción de la República

AutorFernando Filgueiras
CargoUniversidad Federal de Minas Gerais (UFMG) fernandofilgueiras@hotmail.com Belo Horizonte, Brasil
Páginas320-339

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1. Introducción

Este artículo es un ejercicio comparativo de las filosofías políticas de Montesquieu y de Aléxis de Tocqueville, en vista del problema de la corrupción. Ciertamente el tema de la corrupción demanda, con el objetivo de perfeccionamiento conceptual y metodológico, una historia que aborde su genealogía y su práctica, así como su perspectiva y su problema junto a la filosofía. Sin embargo, no es ese mi objetivo. El modo como pretendo desarrollar el problema de la corrupción a partir de las filosofías de Montesquieu y de Tocqueville sigue la hipótesis de que esos autores marcaron una revolución, le dieron un vuelco a la concepción del orden político y, por lo tanto, en la potencialidad de su corrupción. Diciéndolo de otra manera, argumento que Montesquieu y Tocqueville modificaron la forma mediante la cual la corrupción puede ser pensada, una vez que ambos partieron de la premisa, propia a los modernos, de la decadencia de las virtudes en el mundo político.

Montesquieu y Tocqueville compartirán la premisa de que la modernidad modificó las bases morales de la política, de forma que el interés se hizo el centro de la actividad política. Este cambio conceptual operó una transformación metodológica para la política, de forma que el tema de la corrupción sufrió un cambio conceptual, al separar el tema de las virtudes y conectarse al problema del interés. El cambio conceptual operado en el contexto de las transformaciones políticas y sociales en Europa, en los siglos XVIII y XIX, denotó, en ese sentido, una nueva forma para pensar el Page 321 problema de la corrupción, abdicando del tema de las virtudes como centro de la vida política. La conexión del tema de la corrupción al problema del interés, de esa forma, trajo al debate de la filosofía política nuevos desafíos de construcción del orden, una vez que, en ese contexto, el tema de la democracia es asumido como principio o valor de matices universales.

En función de ese contexto propicio a los cambios de corte epistemológico y metodológico, argumento que los autores, al pensar el tema de la corrupción en otras bases morales, que no el problema de las virtudes, contribuirán para reconfigurar el orden republicano en la modernidad de la democracia. O sea, al meditar el tema de la corrupción, Montesquieu y Tocqueville pensaron nuevas bases mediante las cuales la vida institucional de la República puede ser alargada, con miras a los potenciales males del orden frente a la vida democrática.

2. Montesquieu, la modernidad y la corrupción

Toda construcción normativa de un orden político demanda una preocupación especial con la posibilidad de su corrupción. Tomando como presupuesto la idea de que su significado es la degeneración de los principios, los cuales permiten alargar la vida institucional, el libro octavo del Espíritu de las Leyes destaca un marco conceptual mediante el cual el problema de la corrupción en la política puede ser entendido. Este marco conceptual para el problema de la corrupción, sin embargo, surge de la recepción y de la innovación de conceptos políticos, que están contextualizados en un lenguaje que tiene una historicidad particular, caracterizada por los problemas y dilemas prácticos de una determinada época y lugar. Especialmente por la lectura crítica en relación a los términos del aristotelismo y del republicanismo renacentista, Montesquieu proporcionó una innovación conceptual en lo que atañe al problema de la corrupción, con miras a la problemática de una ingeniería institucional derivada de sociedades comerciales, marcadas por la declinación de las virtudes cívicas y por las desigualdades.

Las filosofías políticas de los siglos XVII y XVIII modificaron los términos del conocimiento por la aplicación de mecanismos de las consideradas ciencias naturales para la derivación de conclusiones acerca de la política y de la sociedad. Lo que animó esta nueva concepción filosófica no fue la obtención de concepciones ideales del mundo desplazadas de la historia, sino tener la ocasión de derivar principios normativos capaces de cambiar la política dentro de la historia. Los siglos XVII y XVIII asistieron al nacimiento de la ciencia moderna, aunado a una concepción naturalizada y sostenida en juicios empíricos. Además, en cuanto al concepto de corrupción, Page 322 el dominio de la ciencia moderna proporcionó una revolución en su sentido lingüístico, creando innovaciones en el plano conceptual al desligar el problema de la corrupción del problema moral de las virtudes. En los diferentes aspectos de la vida política, ocurrió esa separación entre la moral y la ley, proporcionando una innovación conceptual en lo que atañe a la comprensión de la corrupción como fenómeno.

La primera experiencia o momento de pasada para la innovación del concepto de corrupción, ciertamente, es encontrada en Montesquieu. En el espíritu de su época, Montesquieu ocupa en el pensamiento político un lugar de transición entre la antigüedad y la modernidad, mediante el cual él hará un intento de amalgamar lo nuevo con lo tradicional. Como asevera Raymond Aron, El Espíritu de las Leyes constituye una narrativa histórica con el objetivo de hacer el mundo inteligible, en la medida en que el autor sustituyó una diversidad caótica por un orden conceptual generalizador, que organiza el proceso de comprensión de la realidad 1. Por el otro lado, Louis Althusser apunta que Montesquieu lanzó, con su obra magna, las bases para la ciencia social moderna, con miras a una epistemología decurrente de la realidad concreta que busca el observador 2. Aquí ciertamente nos aproximamos mucho al lenguaje de acuerdo con el cual la ciencia social trata el problema de la corrupción.

El Espíritu de las Leyes tiene el objetivo de conjugar lo tradicional con lo moderno, derivando en una teoría de transición que asienta sus bases, primero, en la tentativa de construir un modelo ideal normativo, a partir del cual el autor buscará las fuentes éticas y morales de la política; y segundo, en el uso recurrente de los elementos empíricos de la ciencia de su época. En lo que atañe a lo tradicional, Montesquieu desarrolló una tipología de las formas de gobierno a partir de una inspiración aristotélica, predominando un lado normativo, es decir, un "deber ser" que organiza los modos de pensar y de actuar del político. En otra esfera, en lo que atañe al moderno, el autor está preocupado con la realidad efectiva de las cosas, investigando las causas reales de los acontecimientos, formando un sistema conceptual generalizable 3.

Montesquieu abordó el problema de la política a partir de la conjunción de la naturaleza, conforme a los objetivos de la ciencia moderna, y de los principios, que organizan los diferentes tipos de gobierno. Por naturaleza, Montesquieu entiende la característica primordial que sea verificada y previsible el tiempo en relación a la existencia de la forma de gobierno. En ese caso, la naturaleza es el número de personas de un Estado dado que detentan la soberanía, haciendo que el gobierno sea lo que él realmente es. Page 323 En otras palabras, la naturaleza del gobierno es la forma como se da la organización institucional del Estado, derivando, a partir de ahí, como serán las relaciones de la sociedad con el poder. De otro lado, Montesquieu entiende por principio del gobierno aquellos sentimientos recurrentes en el orden social, que fundamentan la organización de la naturaleza a partir de la armonía y de la obediencia de los hombres con relación a las leyes. El principio del gobierno es la pasión, y no la virtud, que orienta las actitudes de los hombres en relación al aparato institucional del Estado.

La conjunción entre naturaleza y principios le permitió a Montesquieu crear un nuevo lenguaje para la temática de la corrupción, junto al papel de la economía en la vivencia de los modernos, moralizando, de ese modo, la representación del yo mediante sus intereses. Ello representa así aún por la vía de sus intereses junto al orden político, configurando la articulación de los deseos con el control impuesto por una conciencia del tiempo, la cual está conectada a la preeminencia del mundo comercial y acumulador de riquezas.

La moralización de los intereses, como destaca Albert Hirschman, posibilitó una transformación epistemológica y conceptual de la política, que pasó a estar asentada en la superposición maciza del Estado sobre la República 4. La lógica de los intereses es constituida en la modernidad con el objetivo de envolver los deseos y mantenerlos sobre control, posibilitando una ordenación de la política independientemente del tema de las virtudes del cuerpo político o de la moralidad de la acción política en arenas públicas. La constitución de la buena orden sale de la República y encuentra asiento en el Estado, con miras al principio de la representación de los intereses y la creciente tutela por parte del Estado en relación al sistema moderno de producción 5. Montesquieu argumenta que la moralización de los intereses es necesaria porque la democracia, en el coloreado republicano, no puede sobrevivir cuando la riqueza sea excesiva y excesiva sea la desigualdad de su distribución.

Para Montesquieu, por lo tanto, la república es una forma de gobierno que no rige más con los tiempos modernos. Es una forma de gobierno muy frágil, en la medida en que presupone que todos los ciudadanos sean virtuosos y que deben sus espíritus al bien de la colectividad. Para Montesquieu, la república es un régimen que pertenece al pasado, en el cual pequeños grupos de hombres virtuosos se reunían en una esfera pública para deliberar los negocios del gobierno, con miras a una correcta igualdad de riquezas y de valores, combinados con un pequeño territorio. El contexto de la producción intelectual presente en El Espíritu...

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