El sentido del proyecto de educación de la sistemología interpretativa (III)

AutorRoldan Tomasz Suárez Litvin
CargoCentro de Investigaciones en Sistemología Interpretativa Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. roldansu@ula.ve
Páginas450-466

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1. Introducción

En el segundo artículo de esta trilogía -dedicada a ampliar la formulación inicial del Proyecto de Educación de la Sistemología Interpretativa (Fuenmayor, 2001)- recorrimos las dos etapas de investigación por las que ha atravesado esta disciplina sistémica. Vimos cómo la Sistemología Interpretativa llega a comprender su propio sentido en términos del nacimiento, desarrollo y, finalmente, agotamiento histórico del pensamiento metafísico en la cultura occidental. Sobre el fondo de esta historia de la metafísica, el pensamiento sistémico luce como el impulsor original de la misma y, a la vez, como principal víctima de ella. En efecto, la pregunta por las condiciones de posibilidad del sentido del ocurrir constituye la fuerza motriz del pensamiento filosófico occidental en sus inicios. Sin embargo, la respuesta elaborada por los primeros pensadores implicó "des-mistificar" el trasfondo de sentido con el fin de hacerlo más asequible al pensamiento. Esto sembró la semilla del debilitamiento del afán de sentido en nuestra cultura; semilla cuyos frutos presenciamos en la actualidad.

Ante este panorama, la Sistemología Interpretativa entiende su propia misión como un rescate de la pregunta por el sentido con miras a la creación de una cultura fundada en un pensamiento sistémico genuino (es decir, que interroga por el sentido sin incurrir en las trivializaciones propias de la metafísica). Sin embargo, ¿cómo puede la Sistemología Interpretativa Page 451 lograr semejante objetivo? ¿Cómo puede comunicársele a toda una cultura una modalidad de pensamiento y un afán propios de una disciplina particular? ¿De qué modo un pensamiento que pretende dar cuenta del trasfondo de sentido puede afectar a la cultura en la que nace? Para comprender esto es necesario que re-visitemos el tema del sido-siendo armados del aprendizaje logrado gracias a la segunda etapa del camino de la Sistemología Interpretativa.

2. Sido-siendo, lenguaje básico y Mitología

Al contrastar nuestra cultura actual con aquellas propias de épocas anteriores de Occidente, salta a la vista el hecho de que, en éstas últimas, la in-tuicióndelaco-presenciadeuntrasfondoinvisibleconducealintentopor hablar de tal trasfondo. El hablar del trasfondo surge del afán por comprender el sentido del ocurrir y por actuar en concordancia con tal sentido. Así, cada época genera lenguajes por medio de los cuales su trasfondo, primariamente oculto e invisible, es revelado al pensamiento. Nociones como "razón", "autonomía", "justicia", "sujeto", "objeto", "representación" forman parte de esa clase de lenguaje en la época de la Ilustración, mientras que, en la Edad Media, es el lenguaje religioso el que cumple ese papel. Del mismo modo, la Grecia preclásica dispone del lenguaje de la mitología, los poemas homéricos y de otras formas narrativas llamadas a develar su trasfondo de sentido. En la Grecia clásica aparecen nociones como "logos", "Idea", "apariencia", "telos", "forma", "materia" y otras que intentan dar cuenta del tras-fondo de sentido. En términos generales, podríamos llamar "Mitología" (MacIntyre, 1992: 216) a todo ese conjunto de creaciones discursivas que, de diferentes modos, rinden testimonio de amplios y comprensivos contextos de sentido para el ocurrir propio de la cultura del caso.

Sin embargo, ¿de qué modo la Mitología se hace accesible al grueso de la sociedad, de manera que la mayor parte de sus integrantes pueda participar en el cultivo de la pregunta por el sentido? No todos los seres humanos pueden ser teólogos, artistas o filósofos, es decir, no todos pueden dominar los estándares intelectuales propios de la Mitología. La Mitología sólo puede difundirse socialmente de manera significativa si logra ganar influencia en un nivel lingüístico más sencillo, accesible y compartido por todos los integrantes de la sociedad; un nivel más básico que el de cualquier jerga especializada. Podríamos llamar "lenguaje básico" -o "lengua madre" en terminología de Fuenmayor (2001: 47)- a ese modo de hablar no-especializado que permite comunicarse entre sí a los miembros de una cultura. Page 452

El lenguaje básico pone en comunión (y, por tanto, comunica) a los integrantes de una cultura en dos sentidos: por una parte, sirve como plataforma básica para que todos puedan entenderse entre sí, y, por la otra, permite hablar de lo que es común a todos, es decir, de lo que nos-ocurre. Para que cada cosa que nos-ocurre -o que ocurre en nuestro común escenario- puede ser ubicada en el contexto de una totalidad trascendente, es necesario que el lenguaje básico esté irrigado por una Mitología. Bajo esa condición, cada aspecto de aquello que nos es común -por ejemplo, las diferentes actividades sociales que forman parte de nuestra comunidad- participa en (y trasciende hacia) esa totalidad. En otras palabras, un lenguaje básico nutrido por una Mitología permite pensar asuntos que, en el caso de nuestra cultura actual, no logran ser adecuadamente debatidos: el sentido de la vida individual, el bien público, el fin último de las actividades científicas, técnicas y productivas, entre otros. En nuestra cultura actual, como ya señalamos en el segundo artículo de la trilogía (sección 3), el lenguaje básico está dominado por el dualismo ontológico: un fragmento de lo que una vez fue la Mitología creada por el Proyecto de la Ilustración. Pero, el dualismo, lejos de dar pie a la pregunta por el sentido, la destruye.

En la medida en que un cierto modo de revelar el trasfondo permite dar mayor sentido a lo que ocurre (en comparación con otros modos disponibles), la Mitología creada por tal modalidad de revelado tiende a ganar aceptación social y, por tanto, a ejercer influencia sobre el lenguaje básico de la cultura. Cuando tal influencia es suficientemente poderosa, los demás "juegos lingüísticos" (Wittgenstein, 1978: 5) de la cultura tienden a redefinirse en términos del nuevo lenguaje básico y su Mitología subyacente. Sin embargo, si la Mitología dominante des-mistifica al trasfondo en extremo, la cultura tiende a dejar de experimentar el problema del sentido como acuciante. Esto, a su vez, hace que tal Mitología tienda a perder pertinencia y, en consecuencia, se deteriore el lenguaje básico de la cultura. Dicho deterioro puede crear una situación crítica de ausencia de sentido; la cual, a su vez, puede conducir a una nueva problematización del sentido y a la creación de nuevas Mitologías. Quizás por ello el pensamiento meta-físico de la cultura Occidental no pudo permanecer estancado en una única Mitología, sino que tuvo que devenir en una sucesión de épocas, cada una de las cuales fue dominada por una cierta Mitología. Pero, ¿de qué modo las Mitologías de cada una de las épocas de Occidente lograban revelar su trasfondo cultural? Page 453

2.1. El revelado del trasfondo en su modalidad metafísica y pre-metafísica

En la primera etapa de la Sistemología Interpretativa se estableció que el trasfondo cultural corresponde a aquella región fundamental del si-do-siendo que comprime el devenir global del mundo en el que vive una determinada cultura y que marca la temporariedad habitada por sus miembros (al respecto, consúltese la sección 2 del segundo artículo de esta trilogía). Si observamos las Mitologías producidas por cada época metafísica de Occidente, notamos que éstas reflejan el trasfondo de sentido como una estructura jerárquica y fija de nociones pretendidamente universales (Ideas, conceptos) coronada por una noción suprema (Bien, Dios, autonomía) que da cuenta, tanto de la unidad de cada cosa particular, como de la unidad de todas ellas en su conjunto. Esto muestra que el pensamiento filosófico occidental intuye claramente ciertos aspectos básicos del trasfondo de sentido: Por una parte, la invisibilidad y el misterio esenciales de éste son traducidas y entendidas como la intangibilidad del dominio de las "Ideas". Por otra parte, el carácter no-instantáneo del trasfondo es aprehendido bajo la forma de la fijeza y universalidad del mencionado dominio. Más aún, la temporariedad del ocurrir (su necesaria condición de estar proyectado siempre de un cierto modo hacia lo-por-venir) se refleja en la dependencia ontológica de los fenómenos con respecto a una intención o finalidad supremas -el logro del Bien, la voluntad de Dios, el afán de autonomía- que rige la totalidad de lo que ocurre. Finalmente, la estructura jerárquica conceptual parece dar cuenta de una cierta diversidad y, a la vez, una cierta unidad presentes en el trasfondo. Se trata de la diversidad de asuntos particulares que ya han sido dentro de la cultura del caso, lo cual corresponde a la heterogeneidad de regiones de su sido-siendo. Por su parte, la unidad de todos estos asuntos particulares expresa una cierta homogeneidad del sido-siendo: la co-pertenencia de todas sus regiones particulares a un mismo gran continente general -el devenir global del mundo en esa cultura.

La Mitología de la Grecia pre-clásica, sin embargo, refleja el trasfondo de manera diferente. En primer lugar, no tematiza directamente el tema del fundamento de sentido, sino que recrea lo-sido por medio de un complejo entretejido de hilos poético-narrativos (mitos, leyendas, cuentos heroicos) que dan cuenta, en su conjunto, del devenir global del mundo. Como muestra MacIntyre...

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