La representación social de la Misión Sucre en el marco del plan de equilibrio social 2001-2007

CargoSección de Sociología Jurídica Instituto de Filosofía del Derecho Universidad del Zulia luzmartinezc@cantv.net maxulasanchez@hotmail.com delisbethcva@hotmail.com

Este trabajo es producto del Proyecto Nº 4, en el marco del Programa de Investigación “Representaciones Sociales e Intervención Social. Etapa VI.” Financiado por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad del Zulia (CONDES-LUZ). Coordinado por la Profa. Luz María Martínez de Correa.

Introducción

A partir del mes de Julio del año 2003 y en el marco de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, nace la Misión Sucre como una iniciativa del gobierno bolivariano con el deliberado propósito de incorporar a los bachilleres que habían sido hasta ahora excluidos, lo cual garantiza el acceso a la educación universitaria a todos los bachilleres sin cupo en el subsistema de educación superior.

La Misión Sucre surgió como una estrategia de innovación del Estado venezolano dentro del Plan de Equilibrio Social 2001-2007, cuyo objetivo estratégico permite la democratización de la educación dentro de un marco de integración nacional, garantizando el acceso a una educación de calidad para todos.

Cabe destacar que el fin de esta misión no es sólo incorporar a la persona al proceso educativo superior, sino que entre otras cosas persigue promover la educación superior como un derecho consagrado en la Constitución, y así, elevar el nivel técnico, cultural y espiritual de los venezolanos, llevar la educación superior a los municipios a fin de promover el desarrollo regional, brindar educación superior de calidad para todos y convertirnos en una nación independiente y soberana, entre otras.

La investigación se desarrolló tomando como referencia los elementos contenidos en los documentos analizados considerando la historia de la Educación Superior en Venezuela, la cual se escribirá antes y después del nacimiento de la Misión Sucre, que abrió las puertas de la universidad a los hijos de los pobres y excluidos, a los que nunca pudieron pagar el precio de una carrera y a los que todos los días alcanzan un nuevo peldaño de la educación y se hacen bachilleres con la Misión Ribas.

El 3 de noviembre de 2003, se anunciaba la primera cohorte de la Misión Sucre, integrada por 72.144 bachilleres que habían quedado sin cupo en las universidades autónomas, y a quienes se les otorgaron 30.000 becas. Sin embargo, la gran mayoría de ellos se encuentran en la actualidad inscritos en los diferentes programas de formación que ofertan las instituciones de educación superior en Venezuela.

Esta disertación se estructura de la siguiente manera: la primera parte da cuenta del criterio teórico de la exclusión social versus la construcción social, categorías que constituyen los previos teóricos de la investigación. La segunda parte trata sobre la axiología jurídica de la política educativa y el papel de la educación superior en Venezuela, estos aspectos responden al deber ser de los derechos educativos, por consiguiente, al valor de la educación como actividad creadora y transformadora del ser humano. Asimismo, se describe la Misión Sucre como programa alternativo de la educación superior y su praxiología en el contexto humanístico del siglo XXI.

1. Exclusión Social versus Construcción Social

El concepto de exclusión social está estrechamente ligado a las necesidades básicas, intelectuales, recreativas, económicas y culturales. Esta noción es entendida como carencia y refiere a un estado de deterioro, a una situación de menoscabo que indica tanto una ausencia de elementos esenciales para la subsistencia y para el desarrollo personal, como una insuficiencia de las herramientas necesarias para abandonar aquella posición. Estas carencias refieren a dificultades más estructurales o coyunturales según sea la índole de los indicadores que se utilizan y por ende, el método por el cual se mide y clasifica el fenómeno de la pobreza.

Asimismo, se es pobre cuando no se logra satisfacer algunos de los requerimientos que han sido definidos como “necesidades básicas”, pero también cuando, aún cubriéndolas, los ingresos se ubican por debajo de una imaginaria línea de pobreza. Se habla de pobreza estructural y de pobres por ingreso: estas distinciones marcan algunas características de quienes se encuentran en esta condición y en todo caso muestran que los primeros, independientemente del ingreso en el momento de la medición, han tenido históricamente dificultades para alcanzar niveles mínimos de satisfacción de necesidades.

Durante los últimos cuarenta años, el concepto de pobreza se ha interpretado de diversas formas. Es así como en la época de los 60’ se hablaba de marginalidad, exhibiéndose esta acepción un tanto ambigua, debido a que marginalidad significa > lo cual supone que las personas que no podían cubrir sus necesidades básicas sin embargo gozaban de ciertos servicios públicos. De allí que el concepto de marginalidad quedó dentro de la negación epistemológica para el esclarecimiento de la pobreza.

En los diferentes conceptos de pobreza aparece la idea de dificultad y de ausencia, pero las personas que integran este universo de “pobreza” reconocen sus diferentes orígenes, son efectivamente el resultado de una variedad de situaciones previas, no se participa de la misma historia y por tanto serán diversas las modalidades de enfrentarse a la condición que los une, que resulta no ser otra que la imposibilidad de lograr condiciones de vida aptas para el ejercicio pleno de los derechos que les corresponden como ser humano.

Las circunstancias que rodean las carencias y el deterioro socioeconómico no sólo compromete el presente con el debilitamiento de la trama social sino que involucran a las generaciones futuras, en la perspectiva de la transferencia intergeneracional de la pobreza. Es casi un “círculo perverso” donde se reproduce las condiciones de exclusión social. Cuando se apela al concepto de carencia para describir una situación de pobreza también se está haciendo referencia al deterioro de los vínculos relacionales que se traducen en un alejamiento de la vida pública donde la presencia política o su influencia social se mantienen en el plano de lo formal antes que en el real.

Invertir en educación es la mejor decisión que puede asumir un Estado, así lo expresa Amado (2000:3) al citar a Ghandi cuando éste tomó el poder en la India, luego de expulsar a los ingleses, lo primero que manifestó fue que, “la India era un país demasiado pobre para no invertir en educación”. Por ello, los países desarrollados no discuten los presupuestos asignados a la educación dado que existe una estrecha complementariedad entre el proyecto educativo y el proyecto político económico del mismo. Japón procura, a través del sistema educativo, iniciar a los niños en los rudimentos básicos de la robótica. Se les enseña desde pequeños a elaborar proyectos de robots y a ejecutarlos. El resultado son robots construidos por niños de 8 a 10 años de edad.

Por otra parte, Robert Reich (1991: 177), en su obra “El Trabajo de las Naciones” sostiene que la nación más exitosa es la que mejor educa. En este sentido, los autores antes señalados, coinciden en la relación entre educación y progreso. Tampoco es una verdad reveladora teniendo en cuenta que, toda nuestra cultura se cimentó sobre estos principios. Pero al parecer este hecho no está presente en los que deciden sobre la justicia, equidad, legitimidad y la importancia de la educación, teniendo más predisposición al ajuste presupuestario que a generar los recursos necesarios para garantizarla.

En los países desarrollados económicamente o los llamados céntricos en desarrollo económico, están prácticamente consolidados desde el ámbito tecnológico y cultural, sin embargo se evidencian un crecimiento acelerado de la pobreza, en contraste con los países pobres, donde la política se ha convertido en una actividad caracterizada por la crisis de los partidos y la distribución de los recursos o las políticas distributivas son menores y la concentración de capitales se encuentran en manos de unos pocos, lo cual es cada vez mayor y sus consecuencias son extremadamente perjudiciales y violentas.

Para dar una respuesta tentativa acerca del problema de la exclusión y vulnerabilidad, así como crear las condiciones para la inclusión social, es necesario incorporar la dimensión de la pertinencia y procurar un arquetipo de Plan de equilibrio social que otorgue un lugar central a la problemática de los derechos sociales, civiles, políticos y culturales, a fin de permitir una nueva concepción de las políticas públicas que materialice las necesidades como derechos.

Conforme a esta idea, el ejercicio efectivo del derecho a la educación en Venezuela, a través de políticas públicas inclusivas reivindica la axiología constitucional, extrapolando su validez praxiológica en la puesta en práctica de las denominadas misiones, en especial nuestro objeto de estudio como es la Misión Sucre (Programa alternativo de Educación Superior).

1.1. Constructivismo y Educación en la modernidad

Los objetivos que perseguimos los preocupados por el impulso de nuestro país, consiste en formar ciudadanos que sean críticos y activos en la búsqueda de darle un sentido al mundo en el que viven, que todos y cada uno tengan capacidad de emprender actividades productivas que satisfagan sus necesidades y logren los propósitos del bien común.

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